Preceptos y Conceptos del Judaísmo
Por el Rabino Eliezer Shemtov
El Respeto hacia el Prójimo
En memoria de mi suegro, Rabino Hirsch Chitrik, A”H,
un hombre respetado que supo respetar.
Si bien explícitamente en la Biblia
encontramos la obligación de respetar a los padres, hay, no obstante, legislación
halájica sobre el respeto hacia el prójimo, la comunidad, la realeza, los
sabios y hacia el muerto. Veamos hoy algo sobre el respeto hacia el prójimo.
Respeto
hacia el prójimo
Cuando la Torá habla de la leyes concernientes
a la salida de guerra dice que antes de salir a la guerra se anuncia que “el
que construyó una casa y no la inauguró que vuelva a casa; el que plantó un
viñedo y no la inauguró que vuelva a casa; el se casó y no consumó el
matrimonio que vuelva a casa; el que tiene miedo a la guerra que vuelva a casa.”
(Deut., 20:5-8) Nuestros sabios explican que una de las razones por la que se absuelve
a los primeros tres es para no dejar en evidencia al miedoso, protegiendo así a
su dignidad.
Encontramos también que la Torá dice que en el
caso que uno haya robado un toro y lo faenó o lo vendió y fue descubierto, debe
pagar una multa de cinco veces el valor. En el caso que haya robado una oveja
debe pagar nada más que cuatro veces el valor. ¿A qué se debe esa diferencia?
Dice Rabí Iojanan ben Zakai: Ven y ve cuán grande es [la importancia de] Kavod Habriot o el respeto hacia la
gente. [En el caso de haber robado] el toro que camina solo, la Tora le obliga (al
ladrón) a pagar cinco veces el valor; [en el caso de haber robado] la oveja que
había que llevarla en el hombro (pasando vergüenza) la Torá obliga a pagar nada
más que cuatro veces el valor (Bava Kama, 79b).
Abundan historias en la Biblia como también en
el Tanaj del cuidado que uno debe tener con el honor del prójimo.
“¿Quién es el honrado?” preguntan nuestros
sabios en Pirkei Avot (4:1) y responden: “El que honra a los demás.”
El Rebe señala que la palabra hebrea por “los
demás” empleada en este caso, “Briot”,
quiere decir “criaturas”, o sea el honrado es el que honra a las criaturas. La implicancia
es que el verdadero “honrado” es el que puede honrar y respetar hasta aquel que
no tiene ninguna cualidad más allá de ser una “criatura”, de haber sido creado
por D-os.
Entiendo de esto que el honor que se
fundamenta en lo que uno tiene, es un
honor relativo. En cambio el honor que uno da por lo que el otro es, es un honor absoluto e
incondicional, ya que cada uno – sin excepción - es una criatura Divina.
Encontramos que nuestros sabios han permitido
no señalarle a uno que está transgrediendo una prohibición de origen rabínico
si el corregirlo en el momento llevaría a una situación de vergüenza.
Vemos también que si uno está en camino a
cumplir con la Mitzvá de Brit Milá o Korbán Pésaj y encuentra un cadáver en el
camino, debe ocuparse con él aunque implique la postergación del cumplimiento
de los preceptos mencionados. La razón es la importancia que se le da a la
dignidad humana aun después de la vida.
El Talmud cuenta de una pareja que solían dejar dinero debajo de la
puerta de determinadas familias necesitadas. Una vez, luego de dejar el dinero,
el dueño de casa abrió la puerta para ver quién era el benefactor anónimo. Se
dieron media vuelta y huyeron. El dueño de casa los persiguió y la pareja se
metió en una panadería a esconderse. El único lugar dónde podían esconderse fue
dentro del horno prendido. Se metieron adentro y al quemarse los pies del sabio
los puso arriba de los pies de su esposa que no se vieron afectados por el
calor del piso del horno. Al rato salieron para volver a su casa.
Nuestros sabios señalan
que de este episodio podemos aprender que es mejor meterse en un horno
encendido con tal de evitar avergonzar al prójimo. (Explican que la razón por
la que lo pies de la mujer no se quemaban mientras que los de su marido sí, es porque
la Tzedaká del hombre consistía en dar
dinero con el cual el pobre tenía que recién salir a comprarse comida. En
cambio la mujer, que se encontraba en la casa, podía darle de comer enseguida a
los pobres que pasaban por su casa en busca de algo para calmar su hambre…)
Responsabilidad
hacia el prójimo
Respetar al prójimo no quiere decir ignorar su
conducta. Kol Israel Areivim ze baze.
(Shavuot, 39a) Todo el pueblo judío es
responsable el uno por el otro. Cuando veo a alguien haciendo algo indebido tengo
el deber de advertirle, (Levítico, 19:17). Pero la manera de advertirle debe
ser con respeto y cariño, sin avergonzarlo, de la misma manera que a uno le
gustaría que le advirtiesen. O sea, hay que rezongar pensando en el bien del
otro y no motivado por la bronca o la frustración personal.
Obstáculos
en el camino del ciego.
La Torá nos prohíbe poner obstáculos en el
camino del ciego. Lifnei Iver Lo Titén Mijshol
(Levítico, 19:14). Nuestros sabios explican que, más allá de prohibir ponerle
un obstáculo en el camino del ciego en el sentido literal, la Torá nos está también
prohibiendo – entre otras cosas - exponer a una persona a una situación que le
provocará el tropiezo. Aunque se trate de algo que no es una preocupación
general sino particular para esta persona, debo respetar su debilidad y no
exponerlo a una situación que no podrá superar.
Es debido a esa sensibilidad, no sólo hacia la
minoría sino hacia el individuo, que en muchas comunidades se toman
precauciones extremas en el momento de cuidar el pudor y separar entre hombres
y mujeres. Puede parecer como insensible cuando, en realidad, es una expresión
de gran sensibilidad hacia la debilidad del individuo.
Me imagino que puede resultar difícil para
alguien criado en la cultura occidental entender el tema de la oposición a la
exposición del cuerpo femenino. Para poder entender el tema hay que tomar en
cuenta dos valores: 1) la sexualidad es sagrada y reservada para la expresión
exclusiva entre la pareja casada; 2) está prohibido emitir semen en vano.
El mundo fue creado de tal manera que el
cuerpo femenino puede fácilmente provocar al hombre. Hay quienes reciben la
provocación con beneplácito. El judío religioso busca evitarla, por los valores
mencionados.
La religiosidad de uno no justifica faltarle
el respeto hacia el que no comparte su estilo de vida. Pero a la misma vez, la
irreligiosidad de uno no justifica ser insensible hacia la necesidad y
preocupación genuinas del prójimo.
Encontrar una solución aceptable para todos es
un desafío de todos. Busquémosla juntos.
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